jueves, 5 de mayo de 2011

Techo vivo y coleando



Esta vez las jornadas empezaron con la clásica recorrida del riego. Si bien notamos que la tierra empieza a estar más húmeda con el otoño, mantenemos el riego de las plantas nuevas para ayudarlas en su crecimiento.
El mediodía quedó inaugurado con una degustación de tartas traídas desde casa. Después del descanso mínimo, vital y móvil post almuerzo, iniciamos el recorrido hacia el objetivo principal del fin de semana: terminar el primer techo vivo. Ya estaba hecha la estructura, así que empezamos poniendo cartones sobre las tablas para proteger al plástico de cualquier desprolijidad de las maderas. Una vez estirado el plástico sobre toda la superficie, pusimos algo de tosca en los costados para que no se vuele. Justo a tiempo llegó Daniel para traernos la carretilla y de a poco ir acercando la tierra para hacer la carga. Mientras íbamos rotando en las tareas, la tarde transcurría fluída, pero con los días más cortos y las tardes más frías, de a poco el clima nos invitaba amablemente a empezar con el fuego y recargar energía con algo rico para comer. El momento de la cena, del fuego y la música estaba asomando. 
El domingo empezó temprano, incitado por la variedad de sonidos de animales que se escuchan previo a la salida del sol. Arrancamos el día colocando la tabla donde va el desagüe, después pusimos las arpilleras para sostener las piedras que vendrían a continuación y por último rellenamos lo que faltaba de tierra. Un rato antes habían llegado Daniel y César, que vinieron de visita y terminaron colaborando con los pozos para empezar el siguiente techo vivo. La hora del almuerzo se iba acercando y de a poco fuimos levantando campamento. Antes de cerrar la tranquera, esparcimos por distintas zonas algunas semillas de frutas y verduras. Ojalá algún día no muy lejano, nos sorprenda alguna por el camino.

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